El sábado 2 de octubre de 1999, Louis van Gaal dio entrada en el Nuevo Zorrilla a Carles Puyol por Simao Sabrosa. Era el minuto 56 de un Valladolid-Barça y los blaugrana dominaban por 0-1. El partido acabaría 0-2 y reafirmó su liderato en la clasificación tras cinco jornadas y en vísperas de Barça-Real Madrid.
Aquel cambio podía haberse quedado en una anécdota, como le sucedió a otras promesas como Nano, Jofre o Mario Rosas. El lateral derecho titular, Michael Reiziger estaba lesionado pero ‘tío Louis’ había recurrido a Ronald De Boer, un centrocampista para cubrir su baja. A Puyol, 21 años, le habían aconsejado que aceptara una oferta del Málaga. Se quedó en el Barça y aquella noche, cuando Ronald adelantó su posición al centro del campo Carles, que lucía el 32 en la espalda, se batió como un león en la banda derecha del ‘estadio de la pulmonía’ vallisoletano.
Aquella noche, Puyol se convirtió en el tercer canterano que debutaba con el primer equipo en el curso 1999-00 tras Gabri y Nano. Contra todo pronóstico, Carles se convertiría junto a Xavi Hernández, en los únicos futbolistas procedentes del plantel que se consolidaron en la plantilla en aquella época.
La primera etapa de Van Gaal como técnico del Barça estuvo marcada por una gran contradicción: la acumulación de títulos (dos Ligas, una Copa, una Supercopa de Europa), y de estrellas (Figo, Rivaldo, Kluivert...) no evitó que una parte de la afición desconectara del equipo. Sergi y Guardiola eran los únicos canteranos que sobrevivían de la ‘era Cruyff’ tras una traumática limpieza. De las nuevas hornadas, sólo Xavi y Puyol pasaron el corte de la estricta libreta de ‘tío Louis’.
Es justo reconocerle al holandés que con ellos acertó de pleno. Ahora comparten el brazalete de capitán y su hoja de servicios en el primer equipo es impresionante. La última década blaugrana no se entiende sin Puyol, el alma del equipo, que a sus treinta años acumula 404 partidos, 214 de ellos como capitán.